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La PAH se encuentra con varios movimientos populares brasileños y presenta el ‘Manual de uso’ en São Paulo

La PAH se encuentra con varios movimientos populares brasileños y presenta el ‘Manual de uso’ en São Paulo


Entre el 20 y el 25 de abril, la PAH participó en un encuentro organizado en São Paulo por el
Movimiento de Trabajadoras por Derechos (MTD) brasileño y la Fundación Rosa Luxemburg, para presentar la edición brasileña de La PAH: Manual de uso, editado por la fundación, y compartir experiencias con compañeras de distintos movimientos de Brasil. El MTD es un movimiento de lucha urbana, que nació en el sur de Brasil en el año 2000, inspirado por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) como Movimiento de Trabajadores Desempleados, pero que en 2015 se refundó para poner el foco en la defensa de los derechos de trabajadoras y trabajadores, con el lema “Derecho a trabajar, trabajar con derechos” y está presente en 14 de los 26 estados de Brasil.


El encuentro empezó con dos días de seminario compartidos con varias militantes del MTD y algunas personas invitadas en la Escuela Nacional Paulo Freire, que lleva el nombre del pedagogo y filósofo
Paulo Freire, referente de la educación popular. La escuela se creó en 2018, en una instalación de la orden de los dominicos, que desde los años 50 es un espacio de lucha y formación obrera, y actualmente es un espacio de formación para los movimientos populares urbanos.

Además de aulas y una sala de actos, donde celebramos el seminario, la escuela cuenta con cocina, comedor y dormitorio. Ahí fue donde dormimos, junto a miembros del MTD que vinieron de varias partes de Brasil, y se juntaban presencialmente por primera vez desde el inicio de la pandemia. Durante los dos días de seminario se hicieron varios grupos que se repartieron las tareas para cuidar del espacio (preparar o recoger el comedor, limpiar los espacios, sacar la basura…); los grupos siempre mezclan a gente de distintos lugares, y es una forma que tiene el MTD para que la gente se pueda conocer también en espacios más informales.


Antes de empezar las reuniones se cantaba y se bailaba, y cada situación se ponía en marcha con una
mística, un momento ritual para recordar a todo el mundo de dónde viene la lucha de la que forman parte y por qué estamos juntas ahí (si queréis saber más sobre la mística, desarrollada por el MST, se explica en el capítulo 3 de este libro, p. 134). La PAH hablaba en castellano y el MTD en portugués, y a lo largo de los dos días fuimos construyendo en la pizarra un vocabulario de la lucha por la vivienda en los dos idiomas para entendernos mejor.

La primera mañana la dedicamos a presentarnos entre todas las participantes del seminario —la escuela Paulo Freire, el MTD, la PAH, la Fundación Rosa Luxemburg, la Asamblea Internacional de los Pueblos y el Instituto Tricontinental de Investigación Social— y a un debate sobre las problemáticas urbanas en ambos países y a nivel global. Después de comer, tuvimos toda la tarde para hacer una presentación de la PAH y resolver todas las dudas de las compañeras brasileñas.


El segundo día de seminario, por la mañana le tocó al MTD el turno de presentarse y compartir sus experiencias. Se dedican a organizar a personas en situación muy precaria por todo Brasil. Nos sorprendió mucho la magnitud del problema de la vivienda en el país, y cuando hablan de parar desahucios, no se
refieren a la vivienda de una familia, sino a desahucios de barrios enteros que están ocupando terrenos a falta de una alternativa habitacional. Algunas activistas del MTD nos contaron que se acercaron al movimiento buscando una respuesta ante el riesgo de desalojo de sus barrios, y a partir de ahí empezaron a trabajar en su propia comunidad para organizar a sus vecinas. Durante la pandemia participaron de la campaña Cero Desahucios, que agrupó a 70 colectivos de todo Brasil. Pero, además de vivienda, trabajan en más ámbitos, por ejemplo, intentando generar empleo a través de iniciativas cooperativas. A pesar de ver que luchamos en contextos muy diferentes, el debate nos permitió ir encontrando los retos en común: cómo conseguir que la gente se implique y entre a formar parte del movimiento, cómo hacer que una organización grande y presente en todo el país funcione bien, cómo construir legitimidad social e incidir en la política…

Las últimas sesiones del seminario se dedicaron, por un lado, a pensar en cómo podemos construir alianzas internacionales, junto a la Asamblea Internacional de los Pueblos y el Instituto Tricontinental, y a un análisis de la coyuntura política brasileña por parte del MTD. Nos contaron que para ellas es muy importante poder hacer un análisis colectivo de la situación política del país, compartido por todas las militantes presentes, para poder pensar su activismo a partir de ahí.

Visitas a experiencias de lucha

Después de los dos días de seminario, la gente del MTD y de la Fundación Rosa Luxemburg nos acompañó a conocer varias experiencias de lucha en la ciudad de São Paulo y sus alrededores. La primera, el 22 de abril, fue la Escuela Nacional Florestan Fernandes, la escuela nacional de formación del MST, que recibe a militantes de todo el mundo, especialmente de América Latina, con formaciones en organización política, en cooperativismo o en agroecología. Quienes participan en los cursos viven ahí, a 70 km de São Paulo, durante la duración del curso y participan, junto a militantes del MST, de todas las tareas necesarias para el mantenimiento de la escuela, desde el comedor al cuidado de los huertos. El día de nuestra visita se celebraba en la escuela un evento que daba inicio a la celebración de los 40 años del movimiento, que se cumplen en 2024.


El día 23 fuimos a visitar la comunidad de Boqueirão, formada por viviendas autoconstruidas, donde militantes del MTD trabajan para organizar la comunidad, preocupadas por cuestiones como el acceso a la salud o a la educación. Después de comer en casa de una activista del MTD, visitamos el
Memorial de la Resistencia, creado en un antiguo centro de detención de la brigada político-social de la policía, donde pudimos conocer un poco de la historia de la lucha contra la dictadura militar en Brasil y también de las luchas del movimiento negro desde esa época hasta la actualidad.

El 24, el último día de visitas, fue también el más intenso. Empezamos en la Casa Luiz Gama, abierta hace poco y homenajeando con su nombre al abogado y abolicionista de la esclavitud. La casa es la sede de varios movimientos populares, entre ellos el MTD. De ahí fuimos a la sede nacional del MST, donde nos reunimos con una representante del secretariado nacional del movimiento, que nos habló del proyecto de los Sin Tierra y su propuesta de reforma agraria popular. Actualmente, cuentan con 750.000 familias asentadas en tierras conquistadas por el MST y 70.000 acampadas para conseguir el derecho a tierra, y son el principal productor de alimentos agroecológicos del país. De ahí fuimos al Armazém do Campo (Almacén del Campo), la tienda donde el MST vende su producción.

De ahí salimos de São Paulo para comer en la ciudad de São Bernardo do Campo, en una cocina solidaria del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST). Ahí nos contaron que el MTST nació en 1996, que para ellas “sin techo” es cualquier persona que tenga que dedicar más del 30% de sus ingresos a pagar la vivienda, y que su estrategia es ocupar terrenos públicos (o privados de propietarios que tienen grandes deudas con el Estado), para exigir que se construyan viviendas. En 2017 conocieron en Argentina la experiencia de las cocinas populares, empezaron a implantarlas en Brasil y con la pandemia se convirtieron en una gran apuesta del movimiento, hasta tener 34 cocinas por todo Brasil. Cada mediodía reparten comidas gratuitas para la comunidad, y el espacio de la cocina se convierte también en un espacio de encuentro, formación y cuidados; en una de sus cocinas, por ejemplo, organizan una consulta ginecológica gratuita los fines de semana.

De ahí nos fuimos hasta la ciudad de Santo André para conocer una ocupación del MTST, la ocupación Lélia Gonzalez, nombrada en homenaje a la pensadora y antropóloga negra. Las ocupaciones del MTST no buscan ser una vivienda estable, sino una forma de reivindicación, y por eso no hay construcciones estables, sino que había entre 50 y 60 familias acampando bajo estructuras de plástico negro —y un total de 3.500 personas que participan de la ocupación y tienen ahí también sus barracas para reclamar su derecho a la vivienda. A pesar de la precariedad, el campamento tiene un espacio de formación y ocho cocinas desde las que se distribuyen y cocinan los alimentos para todas las personas acampadas.

Nuestro viaje acabó el 25 de abril, con una visita a la sede de la Fundación Rosa Luxemburg en São Paulo. Ahí hicimos primero un encuentro con investigadoras y activistas para hablar sobre la lucha de la PAH y la lucha por la vivienda en Brasil; y finalmente, hicimos la presentación de la edición brasileña de La PAH: Manual de uso, que fue también una ocasión para reencontrarnos con personas que habíamos conocido a lo largo de las visitas y también establecer contacto con miembros de otros movimientos.

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